El cárabo común es nuestra ave rapaz nocturna más conocida. Se le llama también en Estonia “búho casero” ya que suele vivir cerca de los hogares de las personas.
Esta ave es muy fiel al lugar de anidamiento. En algunos árboles longevos que crecen en parques o cementerios estas aves han vivido decenas de años.
Al amanecer o al atardecer quizá podamos ver a esta ave –con cierta dificultad ya que está perfectamente mimetizada con el paisaje- posada en los postes o árboles junto a los caminos. Vuela de forma irregular sobre sus territorios de caza, como son linderos del bosque, campos de cultivo, prados pero también en casas de veraneo o en los patios de las granjas. No hay que olvidar que no es fácil de ver, el cárabo descubre antes al observador que al contrario. Pasan las horas de luz durmiendo en los edificios o en las mansardas donde puede acceder. La fotografía superior, un cárabo sobre una chimenea, no es ninguna imagen excepcional. En el área de anidada, la pareja de cárabos se llaman entre si con un canto característico „hu-huut“ durante las últimas semanas invernales, a partir de las siete de la tarde.
Los ojos de los cárabos son oscuros, rodeados de unos característicos discos de plumas, el pico es de color amarillo pálido. La cola es corta lo que produce una sensación de un pájaro de cuello corto, cabeza grande y el cuerpo macizo. Los cárabos tienen dos tipos de coloración del plumaje: marrón rojizo o gris ceniza. Los científicos no saben a ciencia cierta el porqué. La población invernal de Estonia es de unos pocos millares. Tienen una longitud de unos cuarenta centímetros y la hembra es un poco mayor en longitud pero claramente más pesada que el macho- alrededor de medio kilógramo más.
En las zonas cultivadas donde viven los cárabos podemos encontrar también el búho chico (se distingue claramente por sus mechones de plumas que asemejan orejas), pero el cárabo es un poco mayor y en general con un plumaje más oscuro.