Dos días antes de la víspera de San Juan, la hembra de corzo mostró por fin a sus dos crías ante la cámara. Se pasearon a primera hora de la mañana. Hemos instalado las cámaras del bosque en aquellos lugares donde se pueden ver animales con más frecuencia. Por los motivos que sean, precisamente esos lugares son los que las hembras de corzo evitan. Tal vez para evitar que sus crías llamen la más mínima atención. Son las crías de nuestro conocido rebaño. La cámara está situada en lo profundo del bosque y es posible que estos corcinos no hayan visto en toda su corta vida nada más que el bosque susurrante.
Este joven ejemplar de macho luce ya en el cuello el pelaje estival y se le ha caído casi todo el pelaje invernal. Pero en el bosque todo encuentra un segundo uso y seguro que muchos pelos servirá para recubrir los nidos de aves.
A pesar de la fresca climatología los vencejos regresaron a finales de la semana pasada. Esto debe significar que, definitivamente, llega el buen tiempo ya que los vencejos obtienen su alimento exclusivamente capturando insectos en el aire. Parece que ahora hay suficientes insectos, ya que, de otro modo, estas aves migratorias habrían retrasado su vuelta.
Mama corzo se acercó a curiosear la cámara. El tamaño del vientre es clara señal que le queda poco tiempo para el parto. Las hembras dejan profundas huellas que demuestran su exceso de peso.
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