Este joven ejemplar de macho luce ya en el cuello el pelaje estival y se le ha caído casi todo el pelaje invernal. Pero en el bosque todo encuentra un segundo uso y seguro que muchos pelos servirá para recubrir los nidos de aves.
Una cámara colocada en el borde de un campo de cultivo grabó al amanecer un macho de corzo. Al salir el sol había niebla sobre la vegetación y delante de la cámara por lo que se quedaron esas místicas imágenes. Pero la tarjeta de memoria de la cámara estaba ya totalmente llena a mediados de la semana debido a que la cámara, cuando el sol calienta demasiado la vegetación, no funciona correctamente y había grabado casi medio millar de fragmentos de video del paisaje y los cantos de las aves, pero sin que hubiera ningún animal. En la segunda escena se puede ver allá en la lejanía, aunque totalmente de forma casual, una pareja de corzos al borde del bosque. Son miembros de nuestro ya conocido rebaño de este campo de cultivo. A mitad de la semana, con el buen tiempo, después de que la cámara fuera situada de nuevo oculta entre los arbustos, pudimos obtener imágenes de ese rebaño del bosque. El primero grabado en video fue un joven macho, Esta en medio del proceso de cambio de pelaje que se produce en primer lugar en la cabeza y en el cuello. Con poca luminosidad, en blanco y negro, se puede ver al macho de más edad del rebaño, portando una soberbia cornamenta.





Tras un periodo, debido a la peste porcina, en el que habían desaparecido del bosque es agradable ver de nuevo a estas crías. En este grupo de rayones se pueden contar al menos doce ejemplares. Por el tamaño y el número pertenecen al menos a dos camadas. La madre de los más jóvenes aparece también en la imagen, además de un ejemplar mediano, que custodia y enseña a los rayones las costumbres de la piara. La madre de los rayones de más edad seguro que está al lado, pero fuera de la imagen y vigiando los alrededores. Al final del video, la hembra da una señal de aviso y los rayones obedecen inmediatamente. Dos de ellos se quedan pegados al suelo e inmóviles, para permanecer invisibles frente al posible peligro. El mimético dibujo a rayas es más efectivo precisamente si permanecen inmóviles. Las crías poseen el comportamiento instintivo de desperdigarse en todas direcciones y quedar inmóviles en el sitio.