Dos días antes de la víspera de San Juan, la hembra de corzo mostró por fin a sus dos crías ante la cámara. Se pasearon a primera hora de la mañana. Hemos instalado las cámaras del bosque en aquellos lugares donde se pueden ver animales con más frecuencia. Por los motivos que sean, precisamente esos lugares son los que las hembras de corzo evitan. Tal vez para evitar que sus crías llamen la más mínima atención. Son las crías de nuestro conocido rebaño. La cámara está situada en lo profundo del bosque y es posible que estos corcinos no hayan visto en toda su corta vida nada más que el bosque susurrante.

En verano no vemos rebaños de corzos. Las hembras con crías se mueven en solitario y los machos expulsan de su territorio a sus competidores. Estas dos parecen que están juntas. Probablemente deben de ser hembras jóvenes sin cría. Las hembras con crías tendrían una apariencia externa más desaliñada.
Delante de la cámara situada en el borde de los arbustos no aparecieron corzos, en cambio, si lo hizo una familia de grullas y un oso en celo. Pero no fue este oso sino otro animal quien activo la cámara. Pudo ser otro oso, quizás una hembra. Al igual que los corzos, los osos también están en periodo de cielo.